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martes, 4 de junio de 2013

Cojer es para bobos


   Estamos en un estado de placer. Ya casi cogemos por deporte, para que pase el tiempo cuando no hay nada de que hablar. Ni me gasto en preguntarle el nombre porque son demasiados; a este pongamosle Roberto. Lo conocés en algún bolichongo de mala muerte, te lo levantas en un rincón y terminan empomados, empepados y enlechados hasta que sale el sol (que es media hora después de haberlo conocido).  Te vas a tu casa como si nada, y tu vida vuelve a ser la misma mierda vacía de siempre. 
   Coger es para tontos, para esos tipos que no ocuparon el tiempo con rutinas extensamente monótonas ni frustraron sus sueños con decisiones básicas. Sólo se desnuda la gente inmoral sin sentido del buen gusto [como los jóvenes bloggers y las bailarinas de danza clásica].
   Fuera de joda, no entiendo el mecanismo por el cual cuanta mayor cantidad de ropa llevás encima, mayor probabilidades tenes de ser alguien en la vida. El que escribió eso esta claro que nunca la puso; hipócritas gordos y asexuados. 
   Peor es el caso de esas viejas fifi que han recorrido ríos de leche y ahora se hacen las madres del decoro. Porque seguro que a sus ocho hijos los compraron en un mercado de pulgas. No conozco a ninguna de estas damas que sea virgen; se casaban a los quince anos con hombres de cuarenta, parían como si estuvieran cocinando torta fritas un domingo lluvioso y tenían tantos amantes como bufandas de lana. Podrían empezar dándonos el ejemplo. Seria mucho mas respetable si anduvieran en concha por la vida, mostrando todas las marcas de su amplio repertorio sexual.
   En la misma linea están nuestros amigos los curas, quienes defienden la castidad y no tienen sexo si no es con pendejos tiernos y comestibles. Esa postura se relaciona mucho con la mentalidad medieval de coger a escondidas para mantener el misterio. El mundo católico es una gran película porno del cine francés; todo tan estúpidamente engañoso.
   Al final de cuentas el sexo es para los bobos que caen ante la tentación de querer disfrutar los placeres de la vida (que vendríamos a ser todos).