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martes, 4 de diciembre de 2012

Para algo se inventaron los psicólogos


A ver si me expreso con claridad, no tengo ganas de que ser ni el psicólogo ni la oreja de nadie. Esto de salir por la vida a buscar amigos nuevos me produce una demasiada paja (puede leerse también como ni en chiste gasto mis energías por vos). Hay muchas personas que no saben distinguir entre un salí de acá con un te escucho de mil amores. Para ellos todos es lo mismo y lo único que interesa es que uno se enfoque en ellos. Hay un problema interpretativo de base: en serio, me chupa un huevo.
De todo corazón te la remaría para que pienses que me súper interesa que a tu novio no le guste tu guiso de mondongo, o que se pasó la tarde jugando a la play en vez de acompañarte a la casa de tu vieja. En estos casos hacerse el boludo viene como anillo al dedo. Posta que me la soba en 3D si te mandó un toque en facebook a la putita de su amiga (esa que se la pasa cuchicheando con él los sábados a la noche) o si no te quiso comprar un ramo de rosas el día de los enamorados. Si me doy el lujo de contestarte es porque de pura casualidad tengo alguna que otra frase guardada en mi carpeta de documentos mentales (una reserva para casos especiales como este).
En la misma línea discursiva me place ubicarlo a usted, señor taxista; no me interesan ni la vida de sus hijos, ni lo peligrosa que está la calle, ni lo estúpidos que son los del servicio meteorológico para acertar con el clima. Si me ve cayadito en el rincón de su mugroso auto es justamente porque no quiero entablar conversación alguna con usted. ¿Nos entendemos? Parecería que usted no lo entiende. Cada vez que me subo a su coche me encuentro con una interminable lista de carreras universitarias por las que pasaron sus crías, con su odio a la humanidad o con cualquier pelotudez relacionada con la rutina. Posta, es desesperante. No quiero saber más. Mejor me bajo acá.
Estar esperando el colectivo es otro de esos lugares comunes en donde uno es susceptible al ataque del amiguismo repentino. Con un que frío que hace ¿no? comienza la tortura que durará aproximadamente veinte minutos, hasta que esa vieja chota con tapado de chinchilla se digne a subir al colectivo o nosotros nos animemos a mandarla a la mierda de forma repentina e inesperada.
Por supuesto que uno los mira, pensando en otra cosa mientras asentimos con la cabeza como si hubiéramos escuchado cada palabra. De pronto vemos que la persona no habla más. Crisis, claramente está esperando una respuesta, algún concejo que logre cambiar su vida. Depende de su cara, si está sonriendo o parece tener ganas de llorar, es que uno va a tirar sutilmente algo como mmm que mal  o, en su defecto, che, que copado, esperando a que eso nos salve de un desarrollo más profundo, o que simplemente la otra persona se de cuenta de que uno no es un ser social.


1 comentario:

  1. Sartre dice "ser para otro" talvez tenga algo que ver con eso, personas que necesitan un oido para descargar, una reaccion ajena para saber como seguir quizas, como saber quien es uno mismo buscando en el otro? Es el absurdo que se dicta desde siempre, pero luz para vos, que no necesitas reventarle el oido a nadie jaja
    Salut antisocial!

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