La gente no entiende el concepto de no me molestes, me gusta estar solo; y cuando se nos ocurre juntar fuerzas y pronunciar una oración de ese tipo, sus caras son la muestra de que la sociedad nos odia. Es una manera particular de estar locos, el primer paso antes de hablar con un desconocido en el colectivo. Pero ellos pretenden que nos hagamos los copados, saliendo de joda todos los viernes a la noche, como si el tren de la vida pasara por la estación del coma alcohólico.
Nos acostumbramos a que nos insultaran con palabras raras de todo tipo, solo porque no nos divierte lo mismo que a los demás. ¡Perdón señores por no ser partes e una masa patética que sólo disfruta su vida cuando está arruinando la de los demás! No tengo desarrollado el instinto adolescente y seguro mi actitud les hace acordar a la de un viejo aburrido. ¿Y saben qué? Es porque nos gusta lo mismo: sentarnos a leer un libro, caminar por la ciudad sin nadie que nos saque charla, escribir estas cosas en vez de salir en televisión. Son estilos, el mío parece indefenso, y dudo mucho que a alguien le moleste.
Ustedes son más valientes, sobre todo en esto de ser personajes prefabricados. Debo confesarles que eso que hacen me parece muy pintoresco; hablo de cuando actúan como chicos de cinco años, sin pensar en las consecuencias. Ya los escucho responder por lo menos sabemos divertirnos, y ahí está el problema. El concepto de diversión que manejan es tiránico (por no decir estúpido). Veámoslo de otra manera: si técnicamente hago lo que me piden me voy a aburrir y ese no es el punto al que queremos llegar.
Puedo ser un ortiva, como dicen ustedes (una raza muy particular de simios que no lograron evolucionar), por no tragarme esa linea de merca, y tengo mis razones para no meterme cosas raras por la nariz. La normalidad está muy sobrevaluada. Y siguiendo en este camino de no tragarse lo que otros te obligan a ingerir, uno de los tips que más problemas tiene al pasar por mi garganta es el de la amistad. Toda esa burbuja inagotable de pelotudeces sólo pueden hacerse realidad cuando existe el séquito que las respalda. Es como en política, el líder lleva a su pueblo a la perdición pero les promete que los va a sacar; y ellos lo siguen porque no tienen nada más que hacer en su tiempo libre (de más está decir que no se les permite hacer nada).
En el país de lo absurdo nadie es libre de ser libre. Enseñan que "debes ser tu mismo" pero si se te ocurre una linea editorial diferente, te miran como a un iraní suelto en Manhattan.
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